Apenas hay referencias en los libros de historia de los Estados Unidos a la extensa contribución española al desarrollo de este país. Lo malo es que tampoco en los libros de texto españoles se destaca lo suficiente la huella hispana en la historia de Norteamérica.
Estamos ante una oportunidad para recordar al insigne marino y soldado Pedro Menéndez de Avilés, en la esperanza de que su nombre se vea escrito en la proa de un navío de la Armada Española.
A través de un análisis geopolítico el autor nos muestra las ventajas que le aportan a las islas Canarias su posición en el globo, adentrándose en el potencial marítimo, aéreo, turístico y comercial del archipiélago, sin olvidar los aspectos de seguridad.
Coincidiendo con el 50 aniversario de la Guerra de Ifni, Francisco Millán Reviriego escribió una serie de artículos que ahora ponemos a disposición de nuestros lectores. Creemos que es de justicia poner sobre la mesa los hechos, darlos a conocer, cómo aquellos mandos y sus soldados con una carencia absoluta de medios lo dieron todo, y cómo los políticos, como siempre, les dieron la espalda. En honor de aquellos héroes olvidados y para que su memoria siga viva entre el mayor número de españoles.
Cuando nos adentramos en el siglo XIX norteamericano en busca de lo hispano nos encontramos con una grata sorpresa: no sólo hubo hispanos en la génesis política de los EEUU (Bernardo Gálvez, Juan de Miralles, Diego Gardoqui, el Conde de Aranda, etc.), sino que los primeros ciudadanos libres de las Américas sintieron por lo hispánico una atracción especial, y así lo plasmaron en sus escritos y demás obras artísticas.
Los derechos de la mujer se esgrimen cada vez más como un útil recurso para nuevos planes imperialistas. Los jefes de Estado occidentales, los altos cargos de las Naciones Unidas y los portavoces militares elogiarán invariablemente la dimensión humanitaria de la invasión de Afganistán de octubre de 2001 dirigida por la OTAN y Estados Unidos, que supuestamente se llevó a cabo para luchar contra el fundamentalismo religioso, ayudar a las niñas a ir a la escuela y liberar a las mujeres sometidas al yugo talibán. La lógica de esta dimensión humanitaria de la guerra de Afganistán es cuestionable. Conviene recordar que desde el inicio de la guerra afgano-soviética Estados Unidos apoyó a los talibán como parte de una operación encubierta dirigida por la CIA.
Recientemente se celebró el 70º aniversario de la que fue la más cruenta batalla de la II Guerra Mundial y de todo el siglo XX, la Batalla de Stalingrado, que se dio por finalizada el 2 de febrero de 1943, con la derrota total del 6º Ejército alemán de Von Paulus y más de tres millones de muertos, entre civiles y soldados de ambos bandos. Todos los medios de comunicación social se han hecho eco de las celebraciones realizadas en Rusia conmemorativas de esta cruenta efeméride. Lo que muy pocas personas saben es que, pocos días más tarde de finalizada esta batalla, el 10 de febrero de 1943, los soviéticos intentaron repetir la operación en el norte del país, en Leningrado, la actual San Petesburgo. Usando la misma táctica, los soviéticos, intentaron envolver y aniquilar al 18º Ejército alemán de Lindemann, pero ahí fracasaron y, en gran medida, la culpa de ello la tuvo la tenaz, obstinada y heroica resistencia que ofreció un pequeño cuerpo expedicionario de voluntarios españoles, la 250 Infanterie División, de la Wehrmacht, más popularmente conocida como “División Azul”. Este es un pequeño y modesto trabajo recopilatorio de aquella sangrienta batalla, la “Batalla de Krasny Bor”, que, sin entrar en matices ideológicos, trata de ser un humilde homenaje recordatorio de la gesta de aquellos valientes soldados españoles.
Muchas personas desconocen el alcance y profundidad del significado del protocolo. Hay quien cree que son formas recargadas de las sociedades modernas pero nada más lejano a la realidad. El protocolo está enraizado en el ser humano desde tiempo inmemorial, desde el momento que comenzó a elaborar ideas simbólicas y abstractas aplicadas a la religión y al culto a los muertos, tanto es así que lo podemos observar en las normas de relación y ceremonial que se practican en sociedades y grupos indígenas a los que se manera ignorante se califica como primitivos.
*Profesor del Curso de Experto Universitario en Comunicación, Protocolo y Organización de Actos Corporativos e Institucionales de la Universidad de Málaga.